LOGIA DEL SIGNIFICANTE EN LAS DIFICULTADES DEL APRENDIZAJE

La práctica de la educación especial está fundamentalmente dirigida a adecuar las condiciones de enseñanza-aprendizaje en el ambiente escolar de acuerdo al compromiso de salud presente en el alumno. Se trata de modificar y resignificar las estructuras del aula a fin de que el alumno se integre plenamente a las actividades y pueda así desarrollar al máximo su potencial, independientemente de la discapacidad que presente (hipoacusia, retardo psicomotor, autismo, etc.) Se habla de “discapacidad” pero en relación al contexto, es decir, en cuanto a las posibilidades de que el ambiente facilite u obstruya el funcionamiento de la persona con algún compromiso de salud orgánico, estructural o funcionalmente localizado. En este sentido, la comprensión y aceptación de la discapacidad desempeña un punto clave en cuanto a la posibilidad de que el alumno se integre efectivamente en los distintos contextos (familiar, social, educativo y laboral) y se le brinden los apoyos necesarios para su desarrollo. Si el ambiente escolar tiene una concepción negativa de la discapacidad, entonces será más difícil que el niño adelante en su integración y esto porque nos hemos dado a la tarea de significar la discapacidad como un elemento anómalo dentro de la cultura.

En el trabajo que hoy comentamos, la autora desarrolla una investigación en torno al fenómeno de la dificultad presentada por algunos estudiantes para realizar una particular actividad del aprendizaje (lenguaje, aritmética) a la que otros niños acceden sin dificultades, resaltando el hecho de que existe una tendencia a enmarcar dicha dificultad en el orden de lo cognitivo o neurológico. De este modo, se pretende una reeducación del “síntoma” a través de “técnicas” que hacen “funcional” al niño en relación al ambiente escolar.

La premisa de este estudio de tres casos es la existencia de una “causa” que se encuentra por fuera de la esfera órgano-mecanicista (hipótesis neurológicas, deficiencia en la capacidad mental, compromiso orgánico, etc.) para procurar una escucha del niño al que “se le dificulta aprender” desde el punto de vista del psicoanálisis lacaniano, en el cual es de suma importancia la estructuración del inconsciente como un lenguaje. La lógica psicoanalítica supone un sujeto constituido en el campo del Otro, en una trama de significantes ligada a un discurso que precede y determina a un niño, su historia familiar, social, sus creencias, etc.

En este sentido podemos decir que todos los seres humanos estamos estructurados a partir del lenguaje, continente de significantes y significados que nos preexiste y nos otorga existencia frente a los Otros. A través del lenguaje damos orden y coherencia a las experiencias que nos aportan los sentidos, establecemos los límites entre lo propiamente humano y las cosas del mundo físico, hablamos de nuestro ser y de nuestro entorno más cercano. El lenguaje es origen de nuestra percepción e interpretación del mundo físico y es al mismo tiempo la única herramienta que nos posibilita acceder al conocimiento de esta realidad interpretada. Nos movemos constantemente entre signos, símbolos y sentidos. Organizamos nuestro universo mental con las palabras que aprendemos a través del trato diario con las gentes y con los objetos, a través de las distintas prácticas en las que compartimos nuestras experiencias, deseos, sentimientos, esperanzas.

En esta lógica del significante, el sujeto está dividido de sí mismo y atado a un caudal de significantes derivados del Otro, es decir del inconsciente como determinante de un discurso respecto a la imposibilidad de aprender que atraviesa la historia familiar. De esta forma, el presente estudio pretende como primera medida el cuestionamiento de la subjetividad implicada en la problemática del aprendizaje, siendo consecuentes con la ética misma del psicoanálisis e intentando devolver la responsabilidad al sujeto, en dirección casi opuesta a las tendencias científicas y pedagógicas actuales.

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