La escritura es una característica peculiar que cada persona va creando desde el garabato, por lo que cada trazo, desde el primer día de clase, es una muestra espontánea de su personalidad sobre el papel.
El maestro es quien tiene el privilegio de acceder minuto a minuto a los vertiginosos cambios evolutivos que se van produciendo en el niño, con solo “corregir el cuaderno”. A esa tarea, que le permite anotar los logros desde un punto de vista específico, puede sumarle hoy, una visión completa del progreso de sus alumnos, evaluando la escritura desde la eficacia de otra técnica: la Grafología.
En el ámbito educativo, la Grafología posee la ventaja de no necesitar un tiempo extra para su administración. Sólo es necesario mirar los escritos habituales del estudiante.
La irrupción de un comportamiento aparentemente inexplicable, tiene su correlato en el cuaderno y una razón de ser que alguien con conocimientos grafológicos puede descubrir.
La Grafología en el aula aparece, así, como un asistente práctico que facilita la tarea del docente sin agregarle horas de trabajo, y completa el papel preventivo que de hecho le toca desempeñar.
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