La teoría de Jung sobre los
arquetipos, encaja perfectamente en la creación de símbolos que
proyectan la personalidad colectiva del mexicano. La virgen de
Guadalupe, que no es sino la continuación españolizada de la madre
Tonantzín. Se continúa así la satisfacción de símbolo materno deificado.
El chauvinismo que sembró Porfirio Díaz en su afán de unidad nacional. Y
en la actualidad, la creación indiscriminada a corto plazo de estos
arquetipos es asombrosa.
Alfred Adler nos habla del
complejo de inferioridad natural en el ser humano. El mexicano trata de
compensar, de sobrecompensar al crear arte y entonces sublima. A parte
de la posición general de la inferioridad, el mexicano tiene inculcado
el complejo en la sociedad. Tanto se lo dijeron que pasó a formar parte
del ideario colectivo. Su estado tiende a la neurosis y fantasea con
logros, los cuales, no trata con empeño de alcanzarlos.
B.F. Skinner nos dice que la
conducta del ser humano puede estar condicionada por el estímulos y
reforzadores. El mexicano ha sido condicionado por la opresión, la
manipulación, el engaño. El ambiente le ha propiciado ostracismo. Se le
imponen religión y cultura, que tiene que acatar a base de estímulos
económicos que le permitan sobrevivir. Se le inculcan ideas
independentistas y revolucionarias que son estimuladas por el
sentimiento de envidia y reivindicación. Actualmente, no sólo en el
país, el consumismo condiciona al ser humano a ser egocéntrico y
materialista. El mexicano ha sido moldeado por la historia y ésta ha
sido manipulada por intereses individuales.
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