Objetividad y Objetividad (Con y Sin Paréntesis)

Objetividad y Objetividad (Con y Sin Paréntesis)

Para Maturana, estas opciones son “caminos explicativos” y la asunción de uno de ellos, definirá una posición epistemológica que llevará al ser humano que la asume a construir(se) un mundo específico.

La objetividad “sin paréntesis” o trascendental considera que… “las cosas existen independientemente de si él o ella las conoce, y de si él o ella puede o no conocer acerca de ellas a través de la percepción o la razón” (Maturana, 2002). Esta opción explicativa expresa que cuando se habla de un mundo material, éste no compromete, no implica en nada al observador (ser humano), sino que se trata de una existencia independiente de la vida misma de cada ser humano.

En la objetividad “sin paréntesis” cualquier explicación dada adquiere una validez incuestionable, pues, el observador hace afirmaciones que nada tienen que ver con su subjetividad, con su mundo perceptual. Este tipo de objetividad presume que el ser humano es capaz de capturar la realidad tal cual es, pretendiendo darle un carácter de universal. De esta manera se subvalora la subjetividad humana asignándole un lugar cercano al error y a la ligereza y/o simplicidad explicativa. Por tanto, la objetividad “sin paréntesis” será lo racional, lo valedero.

“Es en este camino explicativo donde una pretensión de conocimiento es una demanda de obediencia” (Maturana, 2002). Obediencia del ser humano que se auto-deslinda del resto de existencia de la que él es parte en el mundo de explicaciones que crea con su hacer/conocer, donde de manera entrelazada se encuentran la emoción y la razón.

Al ubicarse el ser humano en este “camino explicativo” en el que lo único que tiene que hacer es permitir el reflejo de la realidad en su conciencia o escuchar las explicaciones verdaderas que realiza uno a otro y aceptarlas como tales, cae en una posición de obediencia y dominación pues, “en este camino explicativo sostener que una afirmación dada es una ilusión, es rehusar su realidad, y negar su validez” (Maturana, 2002).

En cambio, la (objetividad) “con paréntesis” es un concepto clave en el explicar epistemológico de Maturana. Desde dicho concepto propone una diferente explicación del conocer/hacer humano. Una explicación que supera la dualidad: objeto-sujeto.

Una de las características de la (objetividad) “con paréntesis” es que en el ser humano… “sus habilidades cognitivas como observador son fenómenos biológicos ya que son alterados cuando su biología es alterada, y desaparece con él o ella en el momento de la muerte” (Maturana, 2002). Por tanto, el conocimiento de la realidad constituye una implicación del observador en la observación, en lo observado; más aún, el observador es parte de la misma observación, de lo observado y de la realidad, en una lógica de unicidad.

Consecuentemente, en el “camino explicativo” de la (objetividad) “con paréntesis”… “la existencia es constituida con lo que el observador hace, y el observador trae a la mano los objetos que él o ella distingue con sus operaciones de distinción, como distinciones de distinciones en el lenguaje” (Maturana, 2002). Esto significa que la existencia se construye ininterrumpidamente en el lenguajear del observador, proceso en el que no es posible la fractura entre observador y realidad.

Además, la (objetividad) “con paréntesis” quiere decir que… “cada dominio de realidad constituye un dominio de explicaciones de la praxis del vivir del observador en tanto él usa recursivamente las coherencias operacionales que la constituye, para generar reformulaciones explicativas de su praxis del vivir” (Maturana, 2002). Lo que reafirma la unicidad: realidad- explicaciones del observador, con lo que cada ser humano constituye su mundo autopoiéticamente.

La realidad: la razón, la emoción y el lenguaje en su constitución y conocimiento

Algo muy importante en la propuesta de hacer/conocer que plantea Maturana, desde el camino explicativo de la (objetividad) con paréntesis es que la realidad no es concebida como algo trascendental, como algo universal, como algo que existe fuera e independientemente de la vida humana, por tanto… “no hay búsqueda de una única explicación última para todo” (Maturana, 2002). Quiere decir, por tanto, que las afirmaciones que hace un observador tienen que ver con el dominio de realidad en que se encuentre, y son válidas en dicho dominio.

Entonces, desde esta ubicación epistemológica, la realidad no está dada, no es algo que existe antes del hacer/conocer humanos. Si se sigue el camino explicativo de la (objetividad) “con paréntesis”, la realidad… “es lo que el observador hace al validar sus explicaciones de la praxis del vivir, y que al hacer esto el observador trae a la mano varios dominios diferentes de realidad como varios dominios diferentes de entidades que están constituidos en su explicar” (Maturana, 2002). Por lo que, la realidad se constituye en el hacer/conocer de cada ser humano, existiendo por tanto no una, sino múltiples realidades que conforman a su vez una suerte de multiverso y no un universo.

Si el ser humano, con su hacer/conocer, existe en el lenguaje, y si la realidad es constitutiva en la praxis del vivir humano, también ella (la realidad) es algo que concierne al mundo del lenguaje. Esto quiere decir que es en el lenguaje donde habita el ser humano y la multiplicidad de realidades que constituye.

Ahora, la razón es… “una expresión de nuestra coherencia operacional humana en el lenguaje, y, como tal, tiene una posición central y constitutiva en todo lo que hacemos como seres humanos” (Maturana, 2002). De ahí que, la razón es un fenómeno operacional que entrelazada con la emoción se expresa en el lenguaje. Y, no es que desde la racionalidad como algo “superior” en la existencia humana se pueda capturar la realidad objetiva independiente. ¡No!. La racionalidad coexiste con la emocionalidad e, incluso, tiene su basamento en ella; y, es en esas condiciones que constituyen realidades que son, por cierto, realidades lingüísticas.

Por tanto, la racionalidad no es una característica del observador que le posibilita conocer una realidad independiente de lo que él hace,… “sino que es la operación del observador de acuerdo a las coherencias operacionales en el lenguajear, en un dominio particular de realidad” (Maturana, 2002). Se reafirma, consiguientemente, que es en el lenguaje donde se definen los haceres y los conoceres de las realidades.

Alrededor de estas reflexiones, Maturana concluye que… “el poder convincente de la razón que vivimos en nuestras vidas racionales es cultura social…” (Maturana, 2002). Resulta, entonces, que no es legítimo en el vivir y convivir humanos obligar a nadie con la fuerza del argumento racional. En cambio, queda como legítima la invitación epistémico-seductora, en caso de que en las conversaciones no existan acuerdos implícitos.

Avanzando en la reflexión, procede recordar que no hay posibilidad de hacer referencia alguna respecto de cualquier entidad o fenómeno fuera del lenguaje. Siempre, en la praxis del vivir e, incluso, para estar allí, tenemos que estar y reconocernos en el lenguaje. Pretender ubicarnos o existir al margen del lenguaje, se torna sencillamente sin sentido alguno. No obstante, en la línea de la (objetividad) “con paréntesis” que propone Maturana, resulta necesario comprender el lenguaje como un fenómeno biológico.

Conviene, en este punto, fundamentar lo dicho, con la siguiente afirmación del autor en estudio, Maturana dice… “la explicación científica del lenguaje como un fenómeno biológico consiste en la proposición de un mecanismo generativo que produzca las dinámicas de interacciones y coordinaciones de acciones que un observador distingue como lenguajear” (Maturana, 2002). Además, en esta concepción se dice que el lenguaje no opera con símbolos, sino que éstos surgen en el lenguaje como… “distinciones de relaciones entre distinciones” (Maturana, 2002).

La complejidad de este enfoque se profundiza cuando se sostiene también que “las palabras no son entidades simbólicas, tampoco pueden denotar o connotar objetos independientes. Ellas son distinciones de coordinaciones de acciones consensuales en el flujo de coordinaciones de acciones consensuales” (Maturana, 2002). De esta forma, la materialidad de la realidad, de la racionalidad y de la emocionalidad se conservan dialécticamente en el lenguaje, sin adquirir sentidos metafísicos trascendentales, sino reafirmando la unicidad cósmica que se expresa en la vida.

De otro lado, la cultura occidental… “menosprecia las emociones, o, al menos las considera un recurso de acciones arbitrarias que no merecen confianza, porque no surgen de la razón” (Maturana, 2002). En cambio, el planteamiento de Maturana es que las emociones entrelazadas con la razón hacen posible la constitución de diferentes dominios de realidad manifestados en el lenguaje. Además, la subvaloración de las emociones dificulta la comprensión de los fenómenos sociales.

Para destacar la importancia que tienen las emociones, Maturana sostiene que si en determinadas circunstancias, ciertas disposiciones corporales (emociones) terminan, el proceso de lenguajear, esto es, la conversación, también concluye, con lo que se prueba que ésta (la conversación), también tiene un basamento emocional. Es por tanto, el flujo de la emotividad lo que va configurando el flujo de la conversación.

El amor como emoción fundacional de lo social

“…amor es la emoción que constituye el fenómeno social; que cuando el amor termina, el fenómeno social termina, y que las interacciones y relaciones que ocurren entre sistemas vivientes bajo otras emociones diferentes del amor no son interacciones sociales o relaciones sociales” (Maturana, 2002). Lo primero que hay que recalcar respecto de esta afirmación es que, para Maturana, el amor no es entendido como un sentimiento o como un valor ético o a lo mejor religioso, sino que es una emoción y que, por tanto, tiene un fundamento biológico; y, lo segundo es que esta emoción funda lo social porque para que lo social exista tiene que darse una relación humana de aceptación mutua, que es precisamente la manifestación del amor. De esta tesis de Maturana se desprende que un sistema “social” basado en la inequidad, en la explotación, en la competencia… (capitalismo, por ejemplo), no es propiamente (desde la biología del amor) un sistema social, porque expresa y se fundamenta en la negación.

Fundar o re-fundar lo social a partir de la biología del amor, implica re-leer lo que está ocurriendo hoy, y lo que ha venido sucediendo en la historia social de varios siglos y probablemente milenios, pues, las más conocidas explicaciones científicas sobre la historia de las desigualdades sociales más tienen que ver con los “comportamientos externos” del ser humano sin implicar las dimensiones más internas que junto con las externas constituyen precisamente las explicaciones biológicas.

Ahora, el ejercicio de la aceptación mutua en la construcción de la relación social exige una condición: la sinceridad; y, es tan importante esta emoción que la falta de ella, o sea, la hipocresía, anula la aceptación mutua reemplazándola por la negación. Y esto es así, dice Maturana, que “…sin la prevalencia de la sinceridad, la evolución de los primates, que dio origen a la humanidad, no habría ocurrido” (Maturana, 2002).

Como los seres humanos existimos en el lenguaje “…los sistemas sociales humanos son sistemas de coordinaciones de acciones en el lenguaje, esto es, son redes de conversaciones” (Maturana, 2002). Y, esas redes de conversaciones se tornan vitales en el existir fluido de los humanos, a tal punto que allí ocurren transformaciones profundas que marcan la convivencia cotidiana.

Por eso, desde esta propuesta explicativa de la (objetividad) “con paréntesis”, los cambios sociales ocurren como cambios en las redes de conversaciones producidas por la acción de sus miembros. Cambios sociales que implican la innovación de conductas (de la competencia a la cooperación) en la vivencia y convivencia de los miembros que integran cualesquier sistema social (partido político, sindicato, familia, grupo social…). Pero, para que dichos cambios acontezcan, los integrantes tienen que desarrollar experiencias fuera de la red de conversaciones en la que actúan regularmente.

En los procesos de cambio social, es necesario tener en cuenta que “…los problemas emocionales que los seres humanos modernos tenemos con la sexualidad, con compartir, con la vida doméstica, con la soledad y con la glorificación de las relaciones de poder, no provienen de nuestra biología sino, por el contrario, de nuestra justificación racional de maneras de vivir que restringen nuestra biología básica de animales sensuales, domésticos, lenguajeadores, que viven en grupos de interés mutuo” (Maturana, 2002). Esto significa que es vital una reconceptuación de la emocionalidad, de la racionalidad y de la corporalidad, superando el racionalismo exacerbado y revalorando la emoción y el cuerpo en la vida humana; y, replantear la relación existente entre esas categorías. Comprender que los seres humanos somos seres de... emociones, de razón, lenguajeadores y que tenemos vitales manifestaciones cooperativas que es indispensable reconocerlas y recuperarlas.

Epílogo

Creo que un vivir y un convivir humanos comprendidos y explicados desde la (objetividad) “con paréntesis”, nos permite vivir y convivir sabiamente: sin la pretensión que tensiona de querer dominar a otros a partir de su negación como legítimo otro. El ser humano sabio, desde esta reflexión, comprende que la negación del otro es su propia negación, por eso prefiere vivir y convivir en la emoción del amor, esto es, en la aceptación mutua; por ello, vive y convive en comunidades sociales que prefieren la cooperación antes que las relaciones de poder. En este ámbito explicativo, la sabiduría se desprende de cualquier connotación sobrenatural: “iluminación”, “nirvana” y recupera su sentido natural de ser sencillamente una característica emocional-racional de quien vive en la armonía.

Como tal, “…la sabiduría ocurre en el ámbito humano cuando las personas viven su vivir cotidiano, con o sin problemas, siguiendo un curso en el que sus conductas surgen entrelazando comprender y conocer, y se hacen cargo del emocionar que se vive y convive en la comunidad a que se pertenece, actuando en la conservación de la convivencia social” (Maturana, 2002). O sea, la sabiduría pertenece a las realidades cotidianas que cada ser humano construye en su ininterrumpida relación con otros y con lo otro donde se entrelazan su racionalidad con una emocionalidad que legitima la aceptación mutua.

Bibliografía

Maturana, Humberto. “La objetividad un argumento para obligar”

Maturana, Humberto. “De máquinas y seres vivos”
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